«Life of Pi» de Ang Lee

No sera gran sorpresa la trama de esta cinta para quién sea que haya visto los trailers o cuando menos los propios posters: un chaval naúfrago acompañado en medio del mar por un tigre. Con ello Ang Lee incursiona al género de los naúfragos, propio de la aventura romántica tipo Robinson Crusoe, y también al infantil al tener a un muy joven protagónico y lo realiza con una extrema maestría técnica al tiempo que se la juega en su característico sello de narrar alegorias las cuales versaban en una relativa sencillez basada en el preciosismo de sus imagenes siendo que en esta cinta le da por otorgar alguna exposición clave y hasta agresiva.

Pi es un chico indú hijo de una familia progresista, padre y madre intelectuales quienes poseen un hotel/zoológico, y quién tiene una particular compulsión por el concepto de Dios. Inmerso en cuanta religión se encuentre por delante, Pi resulta cándido e ingenuo en su busqueda religiosa y llegara incluso a retar al destino por cuantos nombres de Dios tenga en la boca. La tragedia comenzará cuando un bote trasatlántico, en el cual Pi y su familia viajan junto con los animales del zoológico con fines de venta, es batido por una tormenta la cual deja al protagónico en bote salvavidas con una hiena, una cebra, un orangután y, por supuesto, Richard Parker, el tigre ya ahora de sobra conocido gracias a la promoción de la cinta. Será durante sus dias de naúfrago que Pi finalmente pasa del concepto de Dios al entendimiento de la existencia de Dios con una doble historia que corta de tajo entre el artificio mágico y la realidad más cruda concebible.

La cinta se antoja pudo haber sido realizada en tono poético, muy al estilo de Terrence Malick, y sin embargo Lee recurre a las expocisiones de la entrevista entre Pi y un escritor que publicara la historia con lo cual ofrece una película mas accesible buscando un equilibrio entre la divagación teológica/racionalista y el entretenimiento puro lograndolo con buen atino. La mayor parte del pietaje se concentra en como Pi habrá de arreglarselas en medio del oceáno en compañia del tigre y Lee parece sugerirnos que la fe por si sola no sirve de mucho si una parte del cerebro no esta concentrada en lo que se llamaría sentido común. A diferencia de Slumdog Millonaire Lee sale muchísimo mejor parado en cuanto al debate de si el destino lo hace uno o uno irremediablemente da tumbos hacia el mismo sin caer en la condescendencia del realismo mágico de la cinta de Boyle. La actuación de Suraj Sharma como Pi luciría un poco convencional pero lo cierto es que es un buen logro en consideración del espacio que habrá de darle al tigre que tiene por delante: enmarca perfectamente bien el arco dramático del candido frente a las lecciones duras de la vida.

En cuanto a técnica, Ang Lee retoma los logros previos y no tan distantes de otros grandes innovadores para salir a flote de entre algunas excelentes cintas de naúfragos que se han contado. En lo argumentativo, Life of Pi obtiene un sobresaliente lugar con Cast Away de Robert Zemeckis  mientras que en los artificios del 3D reutilizan la tecnología del James Cameron de Titanic y Avatar con resultados francamente bellos e impactantes: no hay una sola toma de la cinta que no recuerde no solo a los referentes cinematográficos referidos, sino también a los mejores pintores impresionistas como Johannes Vermeer o El Greco sin dejar de lado algunos de los efectos ópticos logrados por Salvador Dalí. Entre las quisquillosidades, similar a su Hulk,  los recursos de elementos que salen del «marco» de la pantalla resultan un poco distractores y bien pudiera desistir de usarlos: si el interes es absorber a la audiencia en lo que se narra, en lugar del como se narra, pudiera depender solo de cortes y cuadros convencionales; lo que ya presume a cuadro es de por si excepcional.

Si Ang Lee pretendió hacer una cinta dirigida a un público de todas las edades, lo logra con excelsa maestría al estilo de Pixar: profundiza en su mensaje mientras entretiene sin un atisbo de condescendencia ni con los niños ni con los adultos. Sin embargo rompe un poco el juego cuando hacia el final Pi narra una historia alternativa la cual, tan explicíta como la lección de su padre sobre la naturaleza de los animales,  alecciona a la audiencia sobre el realismo mágico; esto resulta tan provocativo que francamente  pone un poco difícil juzgar el mérito entero de la cinta. En relación a sus mejores películas, El Tigre y el Dragón y Brokeback Mountain de tinte filosófico y completamente adulto respectivamente, Life of Pi quizá no sea la obra maestra del director chino pero no deja de ser una excelsa muestra de sus capacidades como autor equilibrado, concentrado y con bastantitas ideas pertinentes para compartir.

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