Breviario marzo 2017

Hidden Figures (2016),  The Babadook (2014), El niño y la bestia (2015)

Hidden Figures (Theodore Melfi, 2016)  La historia por veces tiene algunos relatos que por si mismos son interesantes; son interesantes porqué sucedieron a alguién que pertenece a la misma especie que uno y provocan empatía. Cuando alguién decide contarlos para su difusión pensaríamos que el único deber del narrador es conservar el fondo intacto. Más fácil dicho que hecho, pero Hidden Figures es un filme que con su relativo guión sencillo, su estilo visual e interpretativo mesurado que evita -por muy poco, pero la evita- la condescendencia del discurso políticamente correcto, encuentra su principal mérito en que no pierde de vista lo esencial.  Lo esencial  de la historia de tres mujeres de color que trabajaron en la NASA, justo cuando los Estados Unidos perdían el aliento en la carrera espacial contra los comunistas allá de principios de los 60, y que tienen un talento muy particular y que salen avantes por hacer lo que mejor saben: resolver problemas de matemáticas, mecánica e ingeniería. Y siempre hay algo de placer en observar a individuos que saben, sin titubear, hacer lo que sea que hagan.Las tres damas son Katherine G. Johnson (Taraji P. Henson), modelo de computadora humano  pre-IBM ,  quién calculaba las coordenadas de entrada y salida de las cápsulas de los primeros astronautas gringos; Dorothy Vaugman (Octavia Spencer), la que pudo hacer que la primer IBM imprimiera números útiles y Mary Jackson (Janelle Monae), primera mujer ingeniera de color y que participo en el diseño de las cápsulas. Las tres trabajan en la NASA y tienen que apañarselas ante la segregación, una segregación políticamente correcta en la figura de Al Harrison (un encasillado Kevin Costner) quién representa al racista ignorante; es decir, al racista que no le importa mucho el color de piel pero tampoco reconoce el problema y por consecuencia también segrega. El romanticismo ciéntifico siempre atado a la NASA logra que el pensamiento sistémico supere el racismo y misoginia retrogradas y las damas se ganan su merecido reconocimiento. Se retratan algunos detalles de sus vidas familiares y se trazan algunas tangentes al fervor racial de la época. Todo hilbanado en una manera ágil que entreteniene, asombra por el conocimiento ofrecido (aún con los embellecimientos dramáticos) y, sobre todo, no se antoja cómo una penitencia por parte de la cultura norteamericana.

Vaya: Hidden Figures logra empatizar tan bién con sus protagonistas que por momentos uno olvida las contradicciones históricas del país vecino del norte; ese país que puso a un nazi al frente de la NASA, donde también trabajaron mujeres de color y sobrevivientes polacos a los campos de exterminio, por motivo de tremenda fobia a una forma  político-económico diferente de ver las cosas. También empaña un poco películas magistrales como The Right Stuff o Apollo 13, de las cuales en su siguiente visionado seguramente uno estará buscando a la gente de color.

The Babadook (Jenifer Kent, 2014). The Babadook refiere a una entidad sinisestra que a modo de «coco» en forma de libro parece acosar a Samuel (Noha Wiseman), un niño de diez años que depende se su madre, la recien enviudada Amelia (Essie Davis). Terror psicológico – claro y sin plieges filosóficos – en el que mientras Amelia comienza a confrontar al Badabook para proteger a su hijo la trama, de manera muy sutil e ingeniosa, pronto revela que el Badabook es un vampiro emocional creado por la propia madre, o dicho de otra manera, Amelia es una neurótica y ella misma se convierte en un peligro para su hijo. De producción reducida, la directora saca avante la trama con un guión sólido y bien actuado en el cual la relación madre e hijo es presentada – en el colmo de la ternura y el grotesco de la neurósis – de manera muy natural. El final tiene una moral muy interesante y cómo filme – ademas de entretenido – resultaría adecuado para verse con un niño quién seguramente aprehendería algo más nutrido que las convenciones idólatras de las animaciones de Disney. Por cierto, en esto de niños y películas animadas:

El niño y la bestia (Bakemono no ko/ Mamuro Osoda, 2015). Filme animado en el que el huérfano Kyuta de entre las calles de la ciudad de Shibuya encuentra un pasadizo a la realidad paralela habitada por espíritus animales y cuyo fundamento existencial es esperar en la larga fila de la evolución espiritual para convertirse en el maestro-gobernador de dicha dimensión, y de ese puesto pasar a la rueda de la encarnación. Allí Kyuta se encuentra con Kaede, un espíritu gatuno que es contendiente al puesto de maestro junto a su adversario, Iozen, un espíritu de jabalí que es muchísimo mas disciplinado, educado y correcto que Kaede, quién además de desaliñado requiere de un discípulo. Kaede toma a Kyuta cómo discípulo y la película es entretenida por la poca predictibilidad: maestro y disípulo son tan similares en su necedad, terquedad e indisciplina que su química de pareja dispareja divierte bastante, aunque también educa de manera sútil. Temáticamente el filme es similar a algunas piezas de Hayao Miyazaki, la relación de Kaede y Kyuta es otra fábula de cómo sobreponerse al ego que ópaca el espíritu, pero el tratamiento resulta fresco e incluso un tanto menos críptico que Spirited Away. La animación apuesta por un estilo relativamente simple,  donde el movimiento de los personajes es tratado cómo bloques en lugar de una intrincada expresividad de líneas, pero bastante agradable a la vista. Recomendable para todas las edades.

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